Un gimnasio vive de todas aquellas personas clientes del mismo, que por unos u otros motivos, no se sienten bien consigmo mismas y acuden al gimnasio por los más variopintos motivos: unos para adelgazar, otros para engordar, para ganar músculo... incluso quienes vienen porque lo hacen sus amigos y así continuar digamos socializando más tiempo.
Aunque esté feo decirlo, hay personas que utilizan el gimnasio como medio para buscar pareja, algo así como una agencia matrimonial encubierta, utilizando las máquinas del gimnasio como excusa para entablar una conversación, y como ellos mismos dicen: luego lo que surja...
Mención aparte merecen las mujeres que con ejercicios aeróbicos intentan hacer desaparecer la grasa abdominal que han acumulado tras un embarazo, y que les cuesta como diría el poeta: sudor y lágrimas. Y claro, la opción más rápida y si la miras hasta económica, es el pasar por un quirófano para en como mucho un par de horas, recuperar esa figura que antes tenía, y que ahora necesita por miles de motivos, todos ellos igual de válidos.
Imaginemos que tiene un trabajo donde su figura es imprescindible para ello, como podría ser un modelo y que ahora no la contratan precisamente por ese flotador. Aunque no hacen falta motivos. El mejor y único motivo debería ser el simplemente desearlo y si te lo puedes permitir, basta con pasar un día por una clínica de cirugía estética y a la salida, aprovechar para visitar la ciudad, que tiene un montón de cosas bonitas que ver.
Sólo vamos a vivir una vez, y cuanto más tiempo estemos bien y contentos con cuanto nos rodea, y por supuesto con nuestro cuerpo, mucho mejor estaremos. Mi abuelo decía: que son dos días.
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