viernes, 22 de enero de 2021

Anecdota al cambiar de gimnasio

 

Otra vez a cambiar de GYM...
 

En el 1 aC (antes del covid) Cebra y Deathstroke habíamos dejado nuestro anterior gym por motivos que no vienen al caso así que tuvimos que encontrar uno nuevo para trabajar los músculos. La rocosidad es EFÍMERA y hay que cultivarla todos los días, así que sin más dilatación emprendimos la búsqueda de un nuevo templo.

Deathstroke: Si dejas de entrenar 1 día solo lo notas tú, si dejas de entrenar 2 días, lo notan los otros rocosos, si dejas de entrenar 3 días lo nota todo el mundo.

Cebra: Palabras más sabias jamás fueron pronunciadas. Tenemos que encontrar otro gym pronto, noto como mis bíceps van adquiriendo la textura de un flan.

Todos los gyms de la zona estaban llenos, luego sin ninguna vacante disponible.

Tras una árdua búsqueda, nuestras plegarias fueron escuchadas y encontramos un gym (cuyo nombre no vamos a desvelar para evitar problemas mayores) el cual sorprendentemente tenía dos (2) plazas libres. A simple vista parecía un gimnasio normal con la típica FAUNA que uno puede encontrarse en cualquier otro gimnasio: el tirillas, el perdido, el boomer, la influencer...

La chica de recepción nos enseñó las instalaciones. Solo nos prohibió la entrada a una sala con cristales negros translúcidos de los cuales se entreveía una luz tenue.

-Ahí hacen yoga y meditación pero solo pueden entrar los que...
-No nos van esas mariconadas, nosotros venimos a SUFRIR, a sudar testosterona, no a hacer el moñas.

Ella no insistió y nos enseñó el resto del recinto. No hacía falta darle más vueltas, ese iba a ser nuestro TEMPLO de ahora en adelante. La cuota era algo elevada pero nada de lo que nuestro sueldo forocochero no pudiera encargarse.

Volvimos a la mañana siguiente ya con nuestro outfit de entreno to flama puesto de casa para no perder el tiempo. Estábamos listos para marcar pedregosidad, las chatis iban a caer como moscas.

Durante un tiempo entrenamos como de costumbre pero empezamos a detectar comportamientos EXTRAÑOS entre algunos de los más rocosos de la zona: se ponían a rezar entre sets o contaban las repeticiones en latín (al menos parecía latín, nosotros somos ingenieros).

No pasaría mucho tiempo antes de que un rocoso se nos acercase a ofrecernos acceso a un exclusivo grupo de entrenamiento.

No era la primera vez que escuchábamos aquellas palabras y estábamos preparados para decir NO al uso de ciclos de dudosa salubridad. Nuestro cuerpo es SAGRADO y solo los ciclos sanos son permitidos. Pero era descortés rechazar la invitación así que seguimos al gigante rocoso hasta la sala de "yoga". Y en lugar de diversos suplementos del mercado negro, nos encontramos con algo inaudito, se nos pusieron los pelos como platos al verlo.

Dentro, varias figuras cubiertas por túnicas hacían su workout en unas máquinas y equipamiento de aspecto MONSTRUOSO. Si Lovecraft iba al gym, se parecería a ese. De no tener el músculo pubocoxígeo tan bien entrenado, probablemente nos habríamos meado encima.

¿Dónde coño nos habíamos metido? Esa parecía la entrada al mismísimo infierno. Dante se había olvidado de mencionar el gym rocoso en su Divina Comedia. Comenzamos a retroceder lentamente. La puerta se cerró tras nosotros. Seis figuras encapuchadas nos rodearon.

Iba a ser una pelea injusta, no tenían nada que hacer contra nosotros, pero en ese momento estábamos titiritando de miedo. Los ROCÓLITOS nos apresaron y nos llevaron cerca de un altar.

Tras las cortinas surgió una figura enorme semidesnuda. Era un hombre con una pedregosidad sobrehumana. Sus inserciones eran perfectas, el volumen era inconmensurable, a su lado el Chuache de los 70 no impresionaba a nadie. Estaba fuertísimo, el cabrón. Por si fuera poco tenía una melena rubia que ni Bon Jovi de joven. Ese cuerpo no podía ser natty de ninguna forma, tenía que ir puestísimo de asteroides, natural de Winstronsil. No quiero sonar homo pero eso no era un hombre, eso era un MONUMENTO, debería estar expuesto en un museo.

La gente empezó a recitar al unísono: "Oh gran BRAMA ROCOBISPO, guíanos por el sendero de la rocosidad". Una y otra vez.

Levantó la mano y se hizo un silencio sepultural. Seguidamente se personó ante nosotros y nos observó de cabo a rabo (no homo).

-Mis rocólitos ya me habían hablado de vosotros, sin duda tenéis potencial. Yo os puedo entrenar para que consigáis un cuerpo digno de dioses. ¿Aceptáis uniros a nosotros? - Esas palabras fueron pronunciadas por una voz que hacía temblar las paredes.

Su mera presencia intimidaba y esa sala lúgubre llena de encapuchados no ayudaba, tampoco creíamos que tuviéramos otra opción. Cruzamos la mirada y luego asentimos.

Desapareció tras las cortinas y segundos después volvió con un par de túnicas. Nos las pusimos y como todo el mundo se sentó en el suelo nosotros hicimos lo mismo. Esa fue nuestra primera ceremonia.

Sacó de debajo del altar algo que pensábamos que era un mito, una leyenda, era algo que todos los rocosos habíamos oído hablar alguna vez: el ROCONOMICÓN, el libro sagrado de los rocosos.

"El Roconomicón tiene el poder de convertir hasta la mayor bola de grasa en un dios griego si uno lo lee y pone en práctica sus ancestrales enseñanzas, pero hay que tener una gran rocosidad mental para no caer en la locura al hacerlo, pues recae en él una temible maldición. Por eso con mis palabras yo os transmito todo su conocimiento para que no la sufráis vosotros"
¿De qué maldición estaría hablando?

Se puso a leer versículos del libro en la misma lengua extraña que habíamos escuchado hablar a los rocólitos. Cerramos los ojos y escuchamos atentamente esas palabras.

Desde entonces siempre que podíamos íbamos a entrenar a esa sala, ese ambiente tenebroso nos llamaba, se hacía incluso adictivo. A veces el aforo estaba completo y teníamos que entrenar con los normies, pero no por ello descuidábamos nuestros rezos entre sets.

La gente nos miraba raro, del mismo modo que nosotros mirábamos raro a los rocólitos al principio, pero nos daba igual, nuestra misión era alcanzar la perfección y la mirada atónita de un pecholata o una cardiobunny no nos iba a alejar de nuestro objetivo.

Al cabo de no mucho las mancuernas de 50kg nos supieron a poco, el tank top se hacía cada vez más pequeño, los sets se alargaban, notamos como nuestra rocosidad aumentaba a pasos agigantados. O nos metían drogaína en el shaker o realmente los versículos del Roconomicón nos daban fuerza extra.

Un día nos citaron para una importante ceremonia y se nos pidió aprender algunas expresiones en lo que nos sonaba a latín.

Se nos entregó una vela prendida, formamos un círculo y recitamos las frases al unísono mientras deshacíamos la formación deambulando por la sala sin dirección fija.
"Nullum dolorum nullum quaestum"
"Vado magnus vel vado domus"

Debido al BRUTAL entrenamiento previo a la ceremonia, estábamos hechos polvo y a Cebra le entró el sueño, con lo que se le empezaron a cerrar los ojos, con tan mala suerte que el Brama estaba delante suyo de espaldas y la llama de la vela entró en contacto con su hermosa cabellera dorada (no homo). Para cuando se dio cuenta su melena ya ardía.

El Brama se llevó las manos a la cabeza pero no para apagar el fuego, sino para quitárselo, pues no era su pelo: era un engaño, una peluca.

Se reveló la maldición que hasta ahora había ocultado: la calbície era un efecto secundario del masivo desarrollo de los músculos.

Su calmada expresión que siempre mostraba se desfiguró en una de ira y odio que iba dedicada a nosotros.

La gente, HORRORIZADA ante tal revelación, se marcó un maricón el último porque no querían arriesgarse a quedarse calbos si seguían las enseñanzas del Brama. La expresión muerto en vida no debe tomarse a la ligera.

-¡VOSOTROS! -gritó el Brama mientras nos señalaba con su musculado dedo- Lo habéis arruinado todo. Pagaréis por ello.

No íbamos a poder salir de ahí sin luchar, así que nos quitamos la túnica más rápido que canta un rayo para poder pelear mejor. El Brama y los tres lacayos que no habían salido por patas se acercaban a nosotros.

Cebra usó sus congestionados músculos oculares para observar el entorno y dio con un set de mancuernas a escasos centímetros (cm) de sus pies. Esos miserables 20 kgs volaron hacia el Brama e impactaron en sus pectorales, pero apenas se immutó. Eso ya no era rocosidad. Era HIERROSIDAD.

El Brama chasqueó los dedos y acto seguido nos señaló, dando la orden a los lacayos para cargar contra nosotros.

Llovieron hondonadas de ostias como roscones de reyes por parte de todos.

Los lacayaos fueron derrotados, su fuerza bruta y superioridad numérica no consiguió superar nuestro dominio de las artes marcianas y obviamente nuestra rocosidad. Entre los golpes y el increíble cardio que acabábamos de realizar estábamos agotados y en ese momento fue cuando el Brama entró en acción.

Arremetió contra nosotros con toda su fuerza y salimos despedidos hacia atrás. Nos levantamos y proseguimos el ataque. Era casi como golpear un muro de piedra, tampoco estábamos al cien (100) por cien (%).
¿pERO CAUNTA FUERZA TIENE ESTE TIO????

De cintura para arriba era casi inútil así que lo apostamos todo a las piernas, si había una posibilidad entre mil que escondiera un par de alambres bajo esos pantalones había que aprovecharla.

Infructuoso, eso no eran piernas, eso eran menhires. Pasamos al plan C, patada en la entrepierna, eso nunca falla.

Sorprendentemente, tampoco funcionó. Esa quizás era otra maldición, no sé si me explico...

Nos agarró por el cuello, reduciendo nuestro nivel de oxígeno ya de por sí escaso a una velocidad alarmante. Ya en mi último aliento pegué un salto y le enganché el brazo con mis piernas, consiguiendo que perdiera el equilibrio y nos soltara. Cebra le pegó un derechazo en la mandíbula, acto seguido yo un rodillazo en la frente.

Aún tras unos golpes más seguía en pie pero ya se tambaleaba, tristemente la cara no se puede entrenar en el gym. Entre los dos lo levantamos y lo aplastamos contra el altar, que se partió en dos. Perdió el conocimiento.

Al recuperarnos salimos de ahí. Yo fui a decirle a la chica de recepción que nos queríamos borrar del gym mientras Cebra fue corriendo a las taquillas a coger nuestras cosas. Me preguntó si me encontraba bien al ver mi magullado aspecto, yo le dije que hice un poco de crossfit, que esa mierda lesiona a cualquiera. Firmamos los papeles y desaparecimos para siempre.

Otra vez a cambiar de gym...

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Está visto que el camino fácil a la perfección siempre oculta un terrible secreto. Me alegra saber que evitasteis la aterradora calvicie.  Yo he leído hasta "así que sin más dilatación emprendimos la búsqueda de un nuevo templo". Lo de las dilataciones no va conmigo...

Curiosamente lo de las tunicas imagino que esta basado en las sudaderas con capucha, doy fe de que por lo menos en mi gym hay algunos que entrenan con la capucha puesta...luego estan los que llevan gorra y se ponen la capucha encima... y por ultimo los que ya es para darles de comer aparte, capucha puesta y encima de la capucha los cascos de diadema a lo angerfist la fauna de gymnasio es muy peculiar, como los delincuentes del tapper.

La mayoría de los mortales hubiesen borrado este espantoso recuerdo que afectaría a sus frágiles mentes. Que podáis recordarlo y plasmarlo en dibujos es una (1) prueba de vuestra rocosidad mental.

No hay lugar par los insultos aunque sí para las críticas constructivas.   Gracias por contar vuestro testimonio, que la Rocosidad os acompañe.

Fuente: Deathstroke




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